Así que me convertí en un amante de Costa Rica
Por Matthew Kritzer
“Regresé a la selva, pero esta vez por decisión propia. Inicié la misión de comprender y aceptar lo que me había sucedido en aquellas húmedas y enmarañadas selvas vietnamitas. La furia tremenda del combate durante el período de mi servicio, me conmovió profundamente y partes de mi mente prácticamente desaparecieron en acción.
Ahora, con un poco más de sesenta años de edad, me encuentro inmerso en otra selva, en esta ocasión por mi cuenta. Sentí que al estar solo, tendría la oportunidad de llenar ese vacío indefinible en mi forma de ser. Siempre he sabido que las cosas buenas de la vida siempre llegan a tiempo, aunque no siempre es en mi tiempo. ¿A qué punto me encontraba allí por accidente? Es algo que no podría determinar, pero gracias al destino, me encontraba aislado en una hermosa selva tropical en una ladera con vistas al Océano Pacífico en el Cantón de Osa al sur de Costa Rica.
Originalmente, llegué a Costa Rica para tomar un descanso de tres semanas. Ya tenía mi jubilación perfectamente planeada en una pequeña mansión muy bien cuidada en medio de dos campos de golf en Florida. Estaba buscando un preámbulo refrescante a la jubilación medio aburrida que me esperaba.
Sin embargo, mientras deambulaba por este paisaje exuberante, me encontré a mí mismo en una caída libre sin control y en una dirección muy diferente de lo que me había imaginado.
No tenía planeado iniciar una nueva vida a estas alturas de mi vida; recuperando momentos perdidos en el tiempo y olvidando otros. No podría haber imaginado ni siquiera remotamente que construiría un hogar y empezaría una nueva vida en Costa Rica. Ni podría haber soñado que estas espléndidas montañas, cubiertas de selva pudieran existir, cargadas de árboles frutales y resplandecientes cascadas y mucho menos la vista espectacular del océano, sin embargo, mientras me encontraba en medio de todo esto, prácticamente todo esto fue lo que me encontró a mí.
Eventualmente me convertí en un amante de Costa Rica. A pesar de que ella ha tenido muchos otros, creo que a mí me ama más que resto de sus pretendientes. Desde mi lugar privilegiado a 300 m sobre el nivel del Pacífico del Sur, puedo sentir claramente su espíritu… reverbera a través de mí cuando contemplo su cielo y sus aguas durante cada puesta del sol. Puedo sentir neblina fresca de la mañana, flotando, dirigiéndose lentamente hasta los arroyos de montaña antes de disiparse delicadamente, mostrando sus valles exuberantes bajo mi morada.
Su esencia está cubierta de misterio; sin embargo, cuando se deja ver a través de las copas de los árboles, es tan clara y prístina como sus cascadas que se deslizan por las rocas durante la luz del día.
El reflejo de sus aguas cristalinas, son como hebras de cabello encantador que se despliegan y caen al mismo tiempo, para ser lavadas, enjuagadas y mezcladas nuevamente, dirigiéndose finalmente hacia el azul puro de su rocoso, “Pacifico Sur”.
Nota del editor: Matthew es un talentoso fotógrafo que reside en Costa Ballena desde hace unos años. Vea sus increíbles fotos de flora y fauna en Facebook.