En 1956, Memo y sus padres se trasladaron de Turrialba a la casa de sus padrinos, dueños de la finca La Concepción. Esto marcó el término de la escuela y los juegos para Memo de tan solo 10 años pues tuvo que empezar a trabajar en el campo. Ordeñaba vacas, montaba a caballo, lazaba ganado. Se sentía muy importante. Cada 15 días iban a caballo a San Isidro para llevar ganado a la feria. En aquella época, por el año 1965, una vaca se vendía en ¢200 colones.
A los 16 años, Memo se enamora de Marita Gómez Adanis que vivía con sus padres en Barú. Solo podían verse ocasionalmente a distancia. Pasaron 3 años para que Memo pudiera robarle un beso. En 1964 se casaron en la antigua escuela de Dominical y todo el pueblo asistió a la fiesta.
A los 20 años, Memo empezó a trabajar en el Hotel Chirripó en San Isidro, ganando ¢1,40 la hora. Después de 6 años, cuando decidió regresar a Dominical, el dueño del hotel recompensó su trabajo con una pulpería, que posteriormente se convirtió en el Rancho Memo, y el terreno adyacente en Dominical, actualmente la plaza de fútbol.
El Rancho Memo era el centro de encuentro, llegaba gente de todas partes. Marita estaba al frente del negocio además de cuidar a los niños y atender la casa. Memo hacía todo tipo de servicios de transporte con su camioncito. En 1978 sus padrinos vendieron la finca y Memo se quedó en ella como cuidador. Los precaristas invadieron la finca y a Memo le tomó tres años para poder sacarlos. En venganza, le quemaron el Rancho Memo.
Afortunadamente, la solidaridad de los amigos fue increíble y todos ayudaron a reconstruirlo.