Amor de Ballenas
Por Carlos León
¿Cómo asegura su descendencia una ballena yubarta macho cuando las hembras de su especie pueden copular con varios machos, andar dispersas y moverse en grandes distancias en el océano?
Entre julio y octubre, las cálidas aguas del Pacífico sur costarricense reciben a unas visitantes muy especiales: las ballenas jorobadas.
Cientos de ellas migran desde la Antártida recorriendo hasta 18,000 kilómetros, y buscan un sitio seguro para aparearse y dar a luz a sus ballenatos. No se sabe el porqué de esta migración, y prevalecen interrogantes al respecto.
Pasan doce meses de gestación, y las hembras llegan a nuestras costas para dar a luz.
¡Un bebé que al nacer mide más de cuatro metros y pesa más de una tonelada! Posteriormente éste aprende a respirar en la superficie, ayudado por su la madre. Tras unos doce meses de lactancia, el ballenato puede alimentarse por sí solo con kril (pequeñísimos crustáceos) y pequeños peces.
Observar a una madre y su pequeño recién nacido es un acontecimiento muy especial.
Con respecto al amor de ballenas, como suele suceder en nuestro planeta, las yubartas son las que se encargan de escoger al macho para copular; el éxito reproductivo de los machos dependerá de las técnicas que emplee para impresionar a la hembra y lograr aparearse. Así, los yubartas - como casi todos los machos – no pierden la ocasión para exhibirse; saltan sobre el agua y logran alzar sobre la superficie sus 20 o 30 toneladas de peso, y caen salpicando con sus grandes aletas pectorales.
Bajo el agua aprovechan el momento para seducir a las hembras entonando una serie de eróticos cantos.
O sea, en el amor de ballenas, los machos yubarta recurren a su apariencia física, sus dotes de canto e incluso sus habilidades de combate para atraer a las hembras y asegurar sus probabilidades de reproducción, y con ello, su descendencia.
¡Protejámoslas!